viernes, 20 de noviembre de 2009

Mirando un rostro.

Estamos acostumbrados a ver en los films infinidad de rostros muy expresivos. También otos que no dicen nada pero es que es ese precisamente su papel, no mostrar expresión alguna.

Cuando vemos un rostro existen cuestiones muy claras sobre lo que nos gusta o nos disgusta de él, pero aveces lo excepcional del rostro simplemente nos pone en aviso de que existe algo que no llegamos a percibir. Quiá unos labios finos o una nariz afilada, o simplemente una piel blanca nos invita a mirar más allá de lo que se ve.

La imagen corresponde a un trabajo de la fotógrafa, Cristina Fender, compañera motera y descarada, que con su cámara ha sido capaz de parar el tiempo, quizá de despojar a la imagen de su temporalidad ya que la fotografía bien pudiera haberse tomado hace veinte años o hace unos días.

El rostro, el gesto, el ambiente que observamos y su luz, nos cautivan y nos invitan a mirar, al menos, más alla de lo que se ve, quizá a mirar pero no con los ojos.

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