Cuando vemos un rostro existen cuestiones muy claras sobre lo que nos gusta o nos disgusta de él, pero aveces lo excepcional del rostro simplemente nos pone en aviso de que existe algo que no llegamos a percibir. Quiá unos labios finos o una nariz afilada, o simplemente una piel blanca nos invita a mirar más allá de lo que se ve.
La imagen corresponde a un trabajo de la fotógrafa, Cristina Fender, compañera motera y descarada, que con su cámara ha sido capaz de parar el tiempo, quizá de despojar a la imagen de su temporalidad ya que la fotografía bien pudiera haberse tomado hace veinte años o hace unos días.
El rostro, el gesto, el ambiente que observamos y su luz, nos cautivan y nos invitan a mirar, al menos, más alla de lo que se ve, quizá a mirar pero no con los ojos.
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